dissabte, 27 de desembre del 2008

De donde no se vuelve


La magia de la vida es el encuentro.
El encuentro nos mueve. Nos posiciona... nos acerca.
El alma de la fotografía es el encuentro.
El retrato es un enfrentamiento.
Modelo y fotógrafo sostienen siempre un singular pulso donde el modelo
presiona de tal manera que pide violentamente un acto de comprensión.
Un enfrentamiento que vivo con una mirada frontal. Una mirada púgil.
Un desafío: la presión de lo indecible que quiere ser dicho.
Un juego masoquista, atrapar mi suspiro en la foto.
La fotografía se asienta en la fe de lo que es visible.
Por tanto, el suspiro no puede verse pero fotografiar me obliga a encontrarlo.
A multiplicar lo que miro.
Delimito el espacio.
Decido el cómo y el dónde mirar.
Mirar por la cámara protegiéndome y encerrándome por fin en mi mismo.
Tras la cámara me convierto en un cíclope.
Un único ojo anhelante.
Nietzsche dijo que no hay mundo sin espejo.
Un espejo para desnudar el alma.
La escenografía visible de un sentimiento al compás de mis emociones.
Con las fotografías un mar de recuerdos se despierta.
Se agita. Se encrespa
Fotos y más fotos que dejan tras de sí un eco. El eco de mis pasos.
La fotografía es un certificado de presencia… De ausencia.
La fotografía es iconografía de muerte. Está en su naturaleza.
En ella ya no somos como somos. Somos como éramos…
Nos lleva al otro lado de la vida.
Y allí, atrapados en mundo de luces y sombras,
siendo solo presencia, también vivimos.
Inmutables. Sin penas. Redimidos nuestros pecados.
Por fin domesticados. Congelados.
Hoy tengo conciencia que una forma de ver es una forma de ser.

Alberto García Alix

2 comentaris:

365 sonrisas ha dit...

super bonito!!!! felices fiestas!!!

Sergiopr ha dit...

Veo que te has leido los poemas por fin!
Este tio es un fotografo de cuidado, ten cuidado con esto de la fotografia que engancha.